lunes

LOS QUE SALIERON DEL MAR

Para Elena

He aquí:
Los herederos del disparo rápido y certero,
los que dibujan abrazos en el aire,
los ignorados del divino,
los encontrados,
los que enrojecieron al mismísimo Shakespeare,
los que viven a saltos de renglón entre Galeano y Gabo,
los perdedores,
los que lo ganaron todo,
los del corazón en mano,
los que se amaron a gritos,
los que se gritaban en silencio,
los del zafarrancho de combate,
los hijos de la paz,
los que salieron del mar,
los que nunca bajaron de la nube,
los hippies urbanitas,
los que fundieron su alma,
los que gastaron sus lágrimas,
los que parieron risas a granel,
los exploradores atrevidos,
los que nunca salieron de casa,
los sin viento,
los sin tierra,
los sin dios,
los hijos de Eolo,
los adoradores de "maría",
los que entendieron los gestos,
los que nunca se encontraron,
los que morirían el uno en el otro,
los para siempre,
los Gara y Jonay sin motivos...
La memoria del agua - 2008

miércoles

LOS SUEÑOS OLVIDADOS

Helena soñó que se había dejado los sueños olvidados
en una isla.
Claribel Alegría recogía los sueños, los ataba con una
cinta y los guardaba bien guardados. Pero los niños de
la casa descubrían el escondite y querían ponerse los
sueños de Helena, y Claribel enojada les decía;
- Eso no se toca.
Entonces Claribel llamaba a Helena por teléfono y le
preguntaba:
- ¿Qué hago con tus sueños?

El libro de los abrazos - Eduardo Galeano

lunes

BARRIL BRENT

¿Ustedes conocen las aspirinas efervescentes? Supongo que sí, en realidad hay muchos medicamentos que se pueden tomar así, su efecto es inmediato en esto se basa su efervescencia. La vida ahora es así. Lo único que aún no existe es una multinacional bien distribuida por todos los centros comerciales. Su éxito está más que garantizado tiempo al tiempo.

Ahora como les decía es así, instantaneidad, inmediatez, carece de importancia aquello que uno desee lo realmente importantes es que sea ya. La ternura pasó a mejor vida, es como aquel potaje de nuestras abuelas, necesita fuego lento para alcanza su esencia y aunque ustedes no lo crean tiempo, lo que se dice tiempo no hay. Los relojes se adelgazan, se les mete prisa para que avancen. Son tiempos de urgente urgencia los que vivimos.

El amor es así, como una pastilla efervescente, se disuelve, se diluye, no embriaga ni deja huella, amor de película barata de los USA, amor de borrachera de viernes noche, amor de baratillo, amor urgente, amor televisivo donde sólo hay muertos, amor de plástico cuyo precio depende del precio del barril brent, amor cobarde que acaba con un cadáver repleto de silencios. El amor es como la lluvia de agosto, bastante escaso, por algo los amantes de ahora –si es que se les puede llamar amantes- siempre repiten el mismo absurdo: Te quiero, nunca dicen: Te amo, al menos reconocen su fracaso.

Como dijo el genial Groucho: Paren el mundo que me bajo.

Buenas noches.

sábado

EL LIBRO DE LOS ABRAZOS

La noche /1

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre
los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo
una mujer atravesada en la garganta.

El libro de los abrazos - Eduardo Galeano

jueves

LÁGRIMA DE OTOÑO

Amanece la voz
y el olvido recuerda que te has ido
con la leve cadencia de un susurro.

Las ausencias son pájaros sin alas,
la certeza del barro es el latido
de un cielo moribundo.

Aquella triste noche
nos bebimos la infancia de las flores,
la sal de las heridas y el silencio

Tengo el verso desnudo en tu garganta,
se deshoja la sangre que no quiere
ser lágrima de otoño.

lunes

DÍAS INÚTILES

Y así, el sábado que fue de color amarillo, mordió al domingo, del que no tengo memoria alguna. De nuevo se inicia la liturgia, el lunes acaba con los últimos minutos del domingo y comienza a morir otro día más. Los días inútiles que decía Jaime Sabines, como supo el de Chiapas proponer cada verso con la precisión de un cirujano.
Estos días son los que habito, los inútiles, da miedo casi nombrarlos, los susurro cuando amanece para que no derramen toda la lluvia de un golpe en mi garganta.

LOS DÍAS INÚTILES

Los días inútiles son como una costra
de mugre sobre el alma.
Hay una asfixia lenta que sonríe,
que olvida, que se calla.
¿Quién me pone estos sapos en el pecho
cuando no digo nada?
Hay un idiota como yo andando,
platicando con gentes y fantasmas,
echándose en el lodo y escarbando
la mierda de la fama.
Puerco de hocico que recita versos
en fiestas familiares, donde mujeres sabias
hablan de amor, de guerra,
resuelven la esperanza.
Puerco del mundo fácil
en que el engaño quiere hacer que engaña
mientras ácidos lentos
llevan el asco a la garganta.
Hay un hombre que cae días y días
de pie, desde su cara,
y siente que en su pecho van creciendo
muertes y almas.
Un hombre como yo que se avergüenza,
que se cansa,
que no pregunta porque no pregunta
ni quiere nada.
¿Qué viene a hacer aquí tanta ternura fracasada?
¡Díganle que se vaya!

Jaime Sabines (Chiapas, 1926 - Ciudad de Mexico, 1999)

Ahora debo dejarles, el lunes recién comenzó, a lo lejos el martes exhibe a modo de aviso mi corazón entre sus dientes.

domingo

MEDO - MARIZA

Giramuerte

Yo soy uno de ellos, un giratierra casi muerto,
un casi cadáver erguido que ya nadie mira.

viernes

GRANADA

Granada tiene nombre de tormenta
de otoño, de hoja seca en la mirada
y en la triste memoria del viajero.

Es un tren remendado por silencios
y resacas de lunes por la tarde,
un gesto adolescente sin urgencia.

Granada es una calle de aire turbio,
sabe a membrillo dulce, a plata vieja,
es un llorar de flacas plataneras.

Duele el estómago pensar en ella;
cuando noviembre anuncia su discurso
se tornan amarillas las pisadas.

Granada es una voz de Alhambra, un gesto
en la garganta del que escucha el canto
nocturno con olor a Sacromonte.

Allí resuena un plúmbeo llanto oscuro
guarda el sonido triste y desgajado
de versos fusilados en los labios del alba.

Granada es eso, una lluvia lenta,
habitante del sístole metálico
que padezco al cerrar este poema.

La memoria del agua - 2008

miércoles

LA CITA


¿Por qué, en general, se rehuye la soledad?
Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos.

Carlo Dossi